Me engañó la mujer que veo reflejada en el ventanal. Le robó a la niña, pero eso hoy, quedará enterrado para ser abono.
Escribo sobre cualquier papel. Revelándome contra mis creencias, dispuesta a cambiar la historia que me he contado las últimas cincuenta mil horas.
Vengo a recuperar mi sueño sincero y profundo, destapando el frasco para que no se mueran las ideas.
Y lo hago revelándome contra mis creencias, y contra las que existen acerca de mi ser. Sin importarme si alguien lo va a entender o no. Ya me cansé de eso
Había que poner un alto, dejar de pensar por y como los demás. Y ese día ha llegado.
Desprendiéndome sin importar cuanto pudiera doler crecer mutar.
Entregarme a lo desconocido. He desperdiciado tanto tiempo cuidando mi vida por miedo a perderla, que la he perdido cuidándola. Estoy transmutando mi dolor y el que había heredado, estoy sacando la mierda que cargo adornándola de tolerancia y valor. Quizás no suceda mañana, pero si pasado mañana.
Tal vez sea difícil comprender lo profundo de este ritual de palabras, simplemente ya me cansé de dialogar con las mentiras y tratar de convencer que no sólo de amor se hace poesía.
Porque vale la pena dejar de contar mentiras sobre todo a uno mismo.
Voy a evitar los caminos marcados para seguir deambulando en los desconocidos, pero ya no para esconderme… para mirar cara a cara al ser que está tras esa voz que me ha estado invocando.
Y no me arrepiento de ningún valle explorado, ningún abismo en los que he caído por curiosidad, valentía o miedo.
Lo reconozco, volvería a andar por los caminos que no lo fueron hasta que los anduve. No pretendo que alguien me siga.
Seguir esperando, sería máxima traición a mi ser, traicionar la magia de los conjuros inexplicables.
Con este nudo en la garganta, y sin mirar letra por letra, sabiendo lo que voy fluyendo de mi interior hacia la realidad de expresarlo con alientos continuos y efímeros, esos que componen la eternidad.
Sé que freno la inercia del destino si permito que alguien, cualquiera, me venga a explicar cómo contar mi verdad.
¡Y si!, lo que viste ese día que viajábamos hacia aquel nido era desilusión envuelta en decepción ataviada de heroísmo, lo supe cuando lo puse en palabras mientras tú dejabas fluir los himnos para iniciarme en el ritual del vértigo. No quiero ser condescendiente ni inclinarme ante un nuevo ídolo que encontré en una tierra conquistada. No me ofrendaré nuevamente a otros dioses para que aplaquen su ira, para sobornar su abundancia. Confío en la abundancia que emana de la sustancia que es dios y que soy yo misma en mi manifestación de diosa.
Tengo un mapa, y ese mapa me lo regaló esa diosa… dispuesta a reencontrar su pedestal de oro donde fue adorada y del cual, por supuestos pecados fue exiliada.
Viene a recuperar aquello que ella misma dejó que le quitaran, la tierra que abandonó, que mal vendió por el espejismo de un destino incierto de mártir y dolor.
Ahora, se dibujan mares, números y letras, colores y espacios de 5 dimensiones
Ahora sin miedo a usar la vida para no perderla, desdibujo las rejas que me aprisionaban para volar libre a cualquier lugar, finalmente si el tiempo es un sinsentido… prefiero bailarlo al compás de mis latidos, mientras mis espasmos bailan con la luna llena o el danzar de los árboles, todo eso es posible. No seguiré encapsulada para no corromperme con el aire contaminado de esta realidad. Al fin y al cabo, esta existencia es pasajera, ahora o después se desvanecerá sin sentido también. Eso está asegurado, ¿y mientras tanto qué?
En esta declaratoria de fe, de fe a mi misma a mis compromisos declaro contundente y rotundamente que me pertenezco y que abrazo mis decisiones buenas y malas ahora y adelante, que dejaré de consolarme y repetir los nombres de los muertos (aquellos que han dejado este mundo y los que siguen aquí)
Que si quieres caminar conmigo tomes mi mano y vayamos juntos hacia la puesta del sol, yo con mis pasos y tú con los tuyos. Cada uno en su andar, pero avanzando.
Que ya no voy a sufrir más.
Que digo las verdades tal y como son a todos los seres que me rodean, con mis palabras y saberes profundos, encontrando congruencia para mi misma y nada más, y nada más.
Que escucharé tu declaratoria de fe y la respetaré, porque en mi espacio elijo lo que me revela la verdad más suprema, aunque pudiera parecer irrisorio e inentendible, sin pretender que estas palabras, estas ideas y sus destellos se conviertan en un ídolo de barro. Soy atea.
Yo me manifiesto en mi espacio simplemente para sentir la vida, a mi manera
Que no voy a bordar ese escudo, que voy a recorrer la senda de mi mañana de adelante hacia atrás y viceversa… en este momento que transcurre ahora, porque así entenderé el sin sentido de la existencia. Aprenderé a perder, a soltar, a ganar.
Sin barajear las cartas estuve jugando las partidas… ya sabía lo que pasaría y aun así seguí.
Ahora me marcho al ritmo de las poesías que pronuncié con números desde hace ya más de 50 mil horas, y que me robaban el alma y que me dejaban entenderlo todo y que enterré junto con el baúl de mis sueños por creer que tenía que cumplir la misión de alguien más, para ser sencillamente buena.
Ya no voy conformarme, avanzaré desprotegida de mi muro de escudos recibiendo las hirientes flechas, pero también y por fin, contemplando la luz.
Soy pagana, a nadie vine a salvar.
Respiro por mi misma nuevamente y vuelvo a nacer en un reencuentro con el tiempo que transcurre todo a la vez en un instante sin que nos demos cuenta de ello, vestida con esta verdad que exiges saber y que has tenido frente a tus ojos todo el tiempo. La verdad que hoy me sostiene.
Con estas palabras ansiosas buscan manifestarse. Tantos las exigen y cuando llega mi carta, solo leen el remitente.
Yo sé que hay mucho más, y sin embargo aquí está todo
Integrando las historias, voy a conseguirlo.
Martha Vargas y Paloma Domitsu
Declaración de Fe/ Poesía Mexicana